Nota realizada por Silvina Macri

Matías Vitali, es escritor, actor, director, dramaturgo y docente teatral. Colabora con Revista Meta como crítico teatral.
En su formación teatral están los maestros: Pompeyo Audivert, Raúl Serrano, Andrea Garrote, Irina Alonso, Alicia López Heredia, Débora Astrosky, Eduardo Pavelik, Marcela Rodríguez Blanco, Ricardo Lago Olivera, Néstor Sabattini, Alejandro Magnone, Andrea Valencia, Paula Rosenfeld, entre otros.
Trabajó con los siguientes directores: Galo Ontivero, Andrea Valencia, Alicia López Heredia, Ricardo Ademar, Jorge Gonzáles, Alejandro Borgatello, Verónica Shon, Juan Pablo Barrios, Gustavo Lioy, Juan Carlos Trichillo, Andrea Garrote, Tomás Grounauer, Sol Miranda, Martina Nikolle Ansardi, entre otros.
Dicta un taller de entrenamiento/iniciación actoral desde el año 2007 a la actualidad. Imparte clases y prepara actores en todo el territorio nacional y en el exterior

Conversamos con él acerca de la obra LO QUE SABEN DE NOSOTROS, que tiene a cargo la dramaturgia y Dirección.

E.A.: Qué te hizo dar el puntapié inicial, en la escritura de LO QUE SABEN DE NOSOTROS?

M.V.: Fue un proceso muy lindo porque fue muy lento, sin apuro. Veníamos de una producción muy intensa con mi compañía Jauría Teatro, sacando muchas obras por año, y diferentes circunstancias y la pandemia nos obligaron a bajar el ritmo. Eso permitió que este texto contenga y responda muchos procesos y búsquedas que venía haciendo años anteriores, de madurarlos, de condensar lo aprendido. Lo primero que me propuse fue expresar a través del lenguaje escénico lo que estaba sintiendo yo al vivir en una ciudad tan TREMENDA como es Buenos Aires. Las contradicciones de sentir que estoy en una ciudad muy diversa, muy libre, muy avanzada en algunas cuestiones sociales, pero tan capaz de ser una olla a presión próxima a explotar. La vorágine de los tiempos que vivimos, la velocidad de la gente al caminar, lo robótico de muchas de nuestras tareas cotidianas. Ese espacio de extraña identidad, por un lado tan porteña, por el otro tan “Palermo” queriéndose reproducir por doquier (la “gentrificación”). Al principio quería un trabajo más físico, corporal, más propio del teatro de imagen que es por donde inicié mi formación actoral. Empecé a visualizar que quería hacer algo con una treintena o veintena de actores/performers sobre el escenario, que sean capaces de generar ese caos, esa monstruosidad urbana. Pero entonces aparecieron personajes, apareció, sin buscarlo demasiado, otro tema que nos atraviesa como seres contemporáneos que es el tema de la inteligencia artificial, las redes sociales, etc, y entonces todo se fue construyendo hacia la forma final. Me fue inevitable que se manifestara un rasgo muy propio de mi dramaturgia que es la excentricidad narrativa, la desmesura del relato, la exacerbación de la trama. Algo de lo que siento que carece nuestra estética teatral porteña: de grandes historias. Su contrapunto sería esta insistencia en hablar de lo pequeño, de la historia mínima, psicológica, de lo intrascendente, de lo sutil. En tiempos difíciles como los que estamos viviendo la sutileza es un privilegio. No hay tiempo para demasiadas sutilezas. Me gusta que mi teatro sea más un grito desaforado, que un susurro.

E.A.: Cómo fue ese diálogo creativo, entre tu Yo Dramaturgo y tu Yo Director?

M.V.: Ese es siempre un dialogo muy enriquecedor que me doy el lujo de tener. Por ese motivo me gusta dirigir lo que escribo, y escribir para dirigirlo. Es un juego de interpelaciones. Yo aprendí desde la carencia. Cuando comencé no tuve el privilegio ni tuve la oportunidad de acceder a determinados medios educativos. Aprendí a los golpes, con mi naturaleza autodidacta, a través de la amistad y la contemplación del error, algo que trato de transmitir en mis talleres. Luego, apareció la técnica y el aprendizaje formal, pero en un inicio, veinte años atrás, cuando todo lo que quería era materializar mis historias aprendí a valerme por mí mismo, a entender que equivocarme es algo bueno y necesario y que la perfección es la autenticidad. Para mí hacer algo “perfecto”, es hacer algo “autentico”. Avancé siempre sin miedo a manifestar mi propia voz, aunque esta vaya en contra de la corriente estética o de lo que mis mismos maestros me pedían corregir para parecerme más al standard. Tal vez por eso mi dramaturgia sea algo rebelde, algo contracultural por momentos. Por eso, mientras escribo, sé que luego vendrá este Yo Director a interpelar, profundizar, corregir, etc lo que me quita una mochila de encima muy pesada. Y lo mismo con la dirección. Sé que mi Yo Dramaturgo va a estar presto a escribir y reescribir cuanto el director necesite. Es un poco esquizoide definirlo en estos términos, pero me sirve separar a cada uno, para que cada instancia del proceso se permita llegar a lo más autentico (es decir, lo más perfecto).
Pasaron 5 versiones de esta obra desde el primer ensayo hasta el estreno, y todo porque cada “yo” dialogó bien con el otro. La primera versión duraba tres horas y media. Actualmente, ésta dura dos horas. Y tiene condensadas muchísimas situaciones todas apretadas en esas dos horas, lo que le otorga a la puesta un ritmo arrollador.

E.A.: Qué sentís ante el avance de la «inteligencia artificial», reemplazando al latir humano?

M.V.: Siento lo que debemos estar sintiendo todos con este asunto: asombro. No dejo de sorprenderme, aún ya entendiendo de qué se trata. Pero creo que eso le habrá sucedido a otras sociedades que crearon un cuchillo a partir de una piedra, o que experimentaron la aparición de la imprenta, la corriente eléctrica, la radio, o la televisión. Somos parte de un evento histórico que ya está transformando nuestro mundo. Nos relacionamos con ella como un juego, como niños intentando entender ese objeto desconocido, el nuevo chiche. Tenemos una relación lúdica porque todavía no somos capaces de dimensionar sus posibles repercusiones. Hay una frase hermosa de Marshall Mcluhan que ha definido en algún punto esta obra que es “El hombre crea las herramientas, y las herramientas crean al hombre”. Hemos creado algo que se atreve a jugar con lo más sagrado y misterioso de una sociedad que es La Verdad. Pronto no seremos capaces de distinguir lo verdadero de lo que no lo es. Eso me preocupa. Me preocupa que no debatamos, que todavía nos rindamos al juego, que nos quedemos en la superficialidad de un filtro, o de una respuesta automática divertida. Es una herramienta excelente, una posibilidad tecnológica capaz de cambiar nuestra forma social, nuestra relación con el trabajo, con lo académico y en muchos aspectos la defiendo totalmente. Pero que una tecnología (aún incluso en su etapa más temprana) sea capaz de mostrar a un candidato a presidente consumiendo drogas de una manera demasiado realista, y que eso pueda influir en sus votantes, me parece alarmante. La obra no da estas respuestas, pero creo que instala muy bien esas preguntas: ¿Cómo las vamos a usar a estas tecnologías? ¿Qué límites vamos a ponerle? ¿Debemos limitarla? ¿Significaría eso dejar de progresar? “Lo que saben de nosotros” muestra con mucho humor todo esto porque toma como eje el principal chiste de toda esta cuestión: Si a las inteligencias artificiales se las entrena y se les enseña de nosotros, entonces qué cosas les estuvimos enseñando, qué aprendieron de nosotros, qué saben. La obra es esa hipótesis. Son situaciones, personajes, y comportamientos desnudados desde la óptica de una IA, de cómo ellos nos podrían percibir a los humanos. La obra intenta retratar a nuestra sociedad con ese filtro, con ese velo. Está concebida desde la mirada de alguien que no entiende nuestra absurda existencia, nuestra absurda autodestrucción. Ese alguien que no nos entiende, es un personaje clave en la obra. Y ese alguien, también soy yo.

LO QUE SABEN DE NOSOTROS
Actúan (por orden alfabético): Alejandro Souto, Araceli Napoli, Delfina Ibañez, Diego
Nardomarino, Elizabeth Coolen, Erica Zaza, Flor Cardelino, Flora Aylen, Gabriel
Ahumada, Hanna Lukac, Isco Waddington, Laura Laiguera, Leandro Patané, Mara
González, Mariana Ailén Currá, Matias Vitali, Michelle Laffitte, Silvina Galas, Thiago
Abalo
Diseño escenográfico y realización: Lucas Pardeau
Asistente de realización escenográfica: Juana Adriana Silva
Vestuario: Lucas Pardeu, Jauría Teatro
Diseño de iluminación: Lucas Pardeu
Community manager: Mich Guyot
Prensa: Caro Arellano. Expansión Teatral
Diseño gráfico: Laura Laiguera, Diego Nardomarino
Producción ejecutiva: Alejandro Souto, Matías Vitali
Asistente de producción: Florencia Scófano
Asistente de dirección: Karina Obstoj
Dramaturgia: Matías Vitali
Dirección: Matías Vitali
Duración aproximada: 120 minutos

Teatro Border, Godoy Cruz 1838, C.A.B.A.
Sábados a las 18:30 hs
Género: comedia de enredos
Para Jóvenes y Adultos

IG: @loquesabendenosotros
@expansionteatral
Venta de Entradas: https://www.border.com.ar/teatro_programacion.php