Nota realizada por Silvina Macri.

LUIS FORMAIANO, Nació en Buenos Aires en Julio de 1956. Se graduó como Lic. en Psicología en 1988 (Universidad de Buenos Aires), con formación de Posgrado en Psicología Laboral (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires) y Posgrado en Arteterapia (UNA). Como artista plástico se formó con el maestro Oscar Mara y realizó muestras de su obra en Argentina, Inglaterra, Países Bajos, República Checa, Italia, Cuba y Estados Unidos. Como docente de la carrera de Arteterapia, tiene a su cargo materias desde el año 2005 en tres instituciones de Buenos Aires y, desde 2007, es docente externo de dicha formación en la Universidad Complutense y en la Universidad Autónoma de Madrid. Anteriormente se desempeñó como docente externo del Centro Jung Santo Domingo (República Dominicana) y Porto Alegre (Brasil). Además, es Miembro Fundador de la Asociación Argentina de Arteterapia y Miembro del Capítulo de Arte y Psiquiatría de la Asociación de Psiquiatras de Argentina. Como locutor produce y conduce el programa Susurros en tus Oídos, dedicado al teatro independiente por Radio Zonica desde el año 2006. Como escritor ha contribuido para diversas publicaciones LGBT con artículos sobre diversidad sexual, ha editado sus cuentos y poemas en “Poetas Profanos”, y ha publicado artículos académicos sobre Arteterapia en libros editados en Estados Unidos y España. En Argentina ha publicado dos libros académicos de su autoría sobre Arteterapia. También, es autor del guion y co director del cortometraje “El Amor es Ciego” y autor y productor de la obra de teatro “Las persianas tienen ojos”

Estuvimos hablando con él, quisimos saber más sobre su primera, y profunda obra, como dramaturgo, donde ahonda valientemente sobre su historia de vida, como un road movie, plasmada en escena y un interjuego dramático, extraordinario, por parte del elenco. Y, cabe destacar, que es de una belleza poética el encuentro de Tony Jóven y Tony Adulto. La Puesta en escena, de Pato Azor, muy buena, donde va marcando de manera sutil, soberbia, el paso del tiempo de su protagonista, Tony, y los vínculos con su familia…

E.A.: Desde Luis nos presentas a Luis?
L.F.: Luis Formaiano es un hombre de 67 años que, a esta altura de su vida siente que ha ido cumpliendo metas que, si las pensamos, tienen todas un elemento en común: el arte. Y ahora lo digo en primera persona: siempre defendí mis convicciones y fui coherente entre lo que digo y lo que hago, siempre me mostré como soy y nunca me importaron las consecuencias de ir con la verdad – lo que me ocasionó muchos problemas. En parte tiene que ver con mi carácter leonino, pero también con la necesidad de ser real en un mundo donde priman las máscaras, siempre fui ese “espíritu libre” que menciona la obra, saliendo del closet en una época en la que nadie lo hacía, por eso no es casual que hoy, 50 años más tarde, ayude a mis pacientes a encontrar su propia verdad y a comprometerse consigo mismos antes que con otros. Desafiar mandatos y desmontar creencias son partes esenciales de ese proceso. Escuchar lo que tu alma desea y respetar ese deseo, también.

E.A.: Cuál fue esa resonancia, ese disparador, para escribir LAS PERSIANAS TIENEN OJOS?
L.F.: El disparador fue la necesidad de revisar mi biografía volviendo a momentos realmente álgidos en mi vida. Dudé mucho antes de volcar al papel situaciones que al espectador de hoy podrían llegar a parecerle ficción, sin embargo y como siempre aclaro a los que se me acercan luego de cada función, todo ocurrió tal cual se ve, la carta que escribe en voz alta Adela cerca del final de la obra es la carta original escrita por mi madre. Por otro lado, quedaron hilos sueltos en el vínculo con mis padres, cosas sin decir, aspectos sin sanar y escribir la obra fue una excelente oportunidad para cerrar simbólicamente lo que había quedado pendiente. Originalmente, la pensé como un guion de cine – tal vez influenciado por el corto que escribí y co-dirigí “El amor es ciego”. Soy un artista visual, entonces lo imaginé cinematográficamente. Luego, se transformó en una combinación de teatro con escenas filmadas y cuando le propuse a Pato Azor la dirección, él me ayudó a transformarla en un producto esencialmente teatral que, gracias a su mirada y sensibilidad, moviliza a los espectadores desde varios ángulos, no solo el de la situación conflictiva que se narra. El equipo, al que nombraré en la siguiente pregunta, se completa con la asistencia de Magui Zilly y la producción ejecutiva de Emilio Zinerón, entre todos se armó una familia de ficción que cuidó la obra como si fuera un hijo colectivo.

E.A.: Es muy valiente, de tu parte, presentarnos, parte de tu vida. ¿Qué sentís en el hoy “verte” en escena?
L.F.: En primer lugar, siento una enorme conmoción, porque una cosa es recordar hechos, frases, actitudes y otra muy diferente es verlas corporizadas en los actores. Lo más curioso es que este brillante equipo de actores conformado por Mónica Stricker, Juan Lucero, Juan Cruz Wenk y Emanuel Moreno Defalco fueron permeables a cierta energía que logró que en muchos casos, quienes conocieron a mis padres o me conocen hoy a mí – como mis alumnas cuando vieron a Juan Cruz haciendo de mi yo actual – corroboren el parecido, en gestos, posturas, manera de decir… creo que allí radica la conmoción, la puesta, lo que se ve en cada función, es real, es reconocible, es más que un simple reflejo. Por otro lado, es también una ensoñación, como cuando uno cierra los ojos y recuerda, la síntesis de un período de varios años – incluso revisitando un hecho traumático de mi infancia – comprimido en una hora, es muy fuerte. Yo estoy presente en cada función, se que eso no es usual, el autor o está muerto o tal vez presencie el estreno y ya. En este caso es diferente, es un viaje personal, es dar una puntada más al tejido vital que solo así podrá cerrarse. Trato de ser lo menos obstrusivo posible, no estoy como un observador crítico, estoy enfrascado en mi mundo, repitiendo mentalmente las frases del texto, frases reales que me llevan muy atrás en mi historia. Como dice mi personaje joven en un momento: “hago la mía.”

E.A.: me gustaría que nos cuentes, cómo se conjugan tus yo, psicólogo, arteterapista, artista plástico, dramaturgo y periodista?
L.F.: En realidad, no son tan disímiles, el psicólogo y el arteterapeuta forman una entidad que se complementa con mi rol docente, formador de futuros arteterapeutas, y el de escritor de textos académicos que tratan de operar como fuentes de inspiración para el ejercicio de la profesión. Allí se acercan al artista plástico, que – como lo hacen mis cuadros – habla sobre mí a través de imágenes fijas que también me historizan, no por nada una de mis muestras más grandes – con más de 30 obras, se llamó “Apuntes Biográficos”. El dramaturgo (siempre digo que ese término me queda grande) apareció desde la necesidad de contar historias que también puedan servir de inspiración en quienes resuene lo que yo viví y el periodista (otro término que me queda grande) es un comunicador que, como el docente, trata de transmitir otras historias que portan otros mensajes. Creo que está todo finalmente interrelacionado con lo que siempre digo es mi misión en esta vida: facilitar herramientas para ampliar la conciencia, siempre desde el arte en sus diversas formas, esa es la mejor manera de tocar el corazón y la mente del otro.

Autor: Luis Formaiano
Director: Pato Azor
Actúan: Mónica Stricker, Juan Lucero, Emanuel Moreno Defalco y Juan Cruz Wenk
Asistente de Dirección: Magui Zilli
Iluminación: Leandra Rodriguez (ADEA)
Escenografía: María Guglielmelli (ADEA)
Diseño Gráfico: Pato Azor
Fotografías: Nacho Lunadei
Productor: Luis Formaiano
Productor Ejecutivo: Emilio Zinerón

Funciones: Domingos a las 20.30 h. (Última función Domingo 26)
Entradas por Alternativa Teatral
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