Por Maria Eugenia Heyaca para Eclécticamente Arte

Es sábado, son las 18 horas y el Teatro del Pueblo abre sus puertas para que podamos ser testigos de la obra “El último espectador” de Andrés Binetti, quién también dirige notablemente a pieza. Con muchas ganas de comenzar esta nueva aventura ocupo mi lugar en la platea. Observo la escenografía (Alejandro Mateo) que nos invita a viajar en el tiempo, un bar qué se sitúa en los años 40 en un pueblo de Santa Fe.

Comienza la función y allí aparece él (Manuel Vicente), desalineado, notablemente mortificado y bebiendo ginebra cada dos por tres, este director de compañía comienza su inquietante relato sin dejar de darle toques de humor, un humor cargado de anécdotas que nos ayudan a entrar en su ser.

Vamos conociendo a cada uno de los artistas que integraron esta compañía itinerante que supo recorrer pequeños y grandes poblados, con mayores y menores éxitos. Conocemos sus anhelos, sus sueños, sus deseos y ese momento en el cual decidieron irse en busca de mejores horizontes para sus carreras o por otros motivos que solo aumentan la angustia.

Todo se va llenando de dolor, de soledad, somos testigos de la desesperación que atraviesa a este actor por no ser olvidado, su interior se desgarra y así se va estremeciendo el nuestro.

Las imágenes se suceden en mi cabeza, gracias a la impecable actuación de Manuel Vicente no pierdo detalle de cómo se vería cada uno de sus actores, cobran vida en mi cabeza, no es difícil imaginar sus formas de hablar o de moverse ya que son maravillosamente adoptadas por el actor a medida que avanzan las historias.

Pero hay una imagen que será difícil olvidar, hemos llegado al momento en el cual todos se han ido, el actor queda sólo, el director de compañía ya no tiene una para dirigir, la persona se ha quedado sin ser. ¿Qué pasa con el actor cuando se queda solo? Resignado a no desaparecer encuentra la mirada de un ciervo que ronda la isla, éste será su último espectador, mientras haya ojos que lo miren y oídos que lo escuchen el actor vive.

Baja el telón y el público aplaude, entre lágrimas de emoción. “El último espectador” es un hermoso relato, muy bien dirigido y con un actor que merece ser ovacionado de pie. Me voy del teatro con un sentimiento extraño, la felicidad de haber visto buen teatro se pelea con la angustia que me produce esa última imagen, pero, en definitiva, que es el teatro sino un medio para movilizar nuestro interior ¿no?

 

Actuación: Manuel Vicente

Diseño de escenografía: Alejandro Mateo

Diseño de luces: Francisco Varela

Diseño de vestuario: Alejandro Mateo

Diseño gráfico: Juan Francisco Reato

Asistentes de dirección: Nadine Cifre y Grace Ulloa

Fotografía: Selene Scarpiello

Prensa y difusión: Carolina Alfonso

Dramaturgia y Dirección: Andrés Binetti

Funciones: sábados 18 hs.

Duración: 60 minutos

 TEATRO DEL PUEBLO

Av. Roque Sáenz Peña 943, 4326-3606

http://www.teatrodelpueblo.org.ar/

Entradas: $ 250 y $ 200 (descuentos a jubilados y estudiantes)

Entradas por teléfono, por boletería o por Alternativa Teatral