Por Pia Fonseca para Eclécticamente Arte
En la Roma antigua, un joven patricio, Cayo Graco, decide honrar la memoria de su hermano asesinado levantando las banderas de su lucha. Resignando su entorno familiar, se presenta a elecciones como candidato a tribuno en favor del pueblo, y al ser elegido, lleva adelante una profunda reforma política que incluye la concesión del voto para todos sus habitantes, un nuevo poder judicial representado en partes iguales por ciudadanos y por nobles y la implementación de la reforma agraria. Pero a medida que consigue que se aprueben las leyes que favorecen al pueblo, sus políticas son resistidas por los poderes que se oponían a su implementación: la nobleza romana comienza a ver en Cayo Graco a su peor enemigo. La tragedia política se desata y el enfrentamiento es inevitable. Víctima de un golpe de Estado, Cayo Graco no puede escapar a su trágico destino, que al igual que al de su hermano, finalmente le costará la vida.
Si bien la obra está ambientada en la Roma antigua (año 123 a.C ) aún se pueden observar situaciones persistentes en la actualidad, lo cual provoca la reflexión sobre las formas de vinculación social que se mantienen.
Poner en escena un texto de 1959 del dramaturgo argentino Carlos Somigliana, pero con la propuesta de producción y dirección que desarrolla Facundo Ramírez, tiene como objetivo cuestionar las diversas maneras en que resurgen las relaciones dialécticas de opresor-oprimido. En particular las que giran en torno al poder.
Es inevitable que el contenido no se actualice con el contexto sociopolítico argentino, y es por ello que todavía tiene vigencia el conflicto principal que desarrolla la obra.
La adaptación que realiza Ramírez, es una claro elemento que habilita la actualización. “En la adaptación que realicé del material escrito, el personaje se transforma en una suerte de presentador de cada acto que conoce y devela poco a poco el desenlace argumental de la obra, trayendo el mundo trágico a una contemporaneidad. Ese acercamiento me permitió llevar el lenguaje escrito a un castellano neutro, despojándolo del modo antiguo y conservando la escritura su vuelo poético sin perjudicar su estructura dramática”, comentó el director sobre el proceso creativo.
A su vez, la puesta en escena es favorable para la representación naturalista que se busca. También, para componer las clases sociales a las que pertenecen los personajes, en las que se profundiza las diversas maneras de opresión.
En lo alto de las escaleras se encuentra la nobleza travestida. Los personajes de Mario Petrosini, Facundo Ramírez, y Pablo Finamore, venderán su moral y pagarán a los más influenciables de la región para obtener lo que desean, Gustavo Chantada y Edgardo Marchiori.
Por debajo, a través de las rejas que sostienen el poder de Roma, se arrastran los ciudadanos más humildes y votantes de Cayo, interpretados por Matías Garnica, Manuel Martinez Sobrado, y Manuel Fernández Otacehe.
En el centro del escenario predomina la presencia del héroe del pueblo, Cayo Greco (Manuel Vignau), y sus más fieles: la madre, Patricia Becker; su compañera de vida, Luciana Ulrich; y el consejero, Mario Mahler.
Todos los personajes exhiben muy bien las contradicciones y dilemas internos que los atraviesan, aportando una inquietud intensa a las energías que se despliegan en el escenario.
Amarillo funciona muy bien como un relato que obliga a reflexionar sobre la política, la humanidad, la justicia, la traición y verdadera libertad.
Lugar: Andamio 90 (Paraná 662, CABA)
Entradas: $200 / Desc. jubilados y estudiantes: $100
Reservas: 5031 7637
Duración: 90 min.
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