Nota realizada por Silvina Macri

Clara Charrúa, es licenciada en letras (UBA) y guionista egresada del Laboratorio de guion. Trabajó en proyectos audiovisuales para Netflix, Canal Encuentro, Kwai y Orsai Audiovisuales, y da talleres de guion desde 2020. El emperador es su primera pieza teatral.

Estuvimos hablando con Ella…

E.A.: Cuál fue el disparador para la escritura de «EL EMPERADOR (Tres noches)»?
C.C.: El disparador para la escritura fue una experiencia personal: yo estaba sumergida en una relación que me resultaba muy tortuosa porque los términos eran poco claros, y había demasiadas idas y vueltas. Nos costaba sentarnos a hablar y yo no podía tampoco plantear lo que me pasaba, poner mis propias condiciones y sufría mucho esa situación, pero tampoco sabía cómo salir. Entonces una vez yo estaba con una amiga que estaba aprendiendo tarot, y le pedí que me tire las cartas y ahí salió en El emperador. Es una carta bastante interesante y me puse a investigar qué significaba. Al principio El emperador fue más que nada una catarsis, creo que lo escribí esa misma noche cuando volví a mi casa. Después le fui dando forma, trabajamos mucho el texto con Andrés, el actor para que se convierta en lo que es hoy. Siempre mi tema favorito para escribir fue el amor, el amor que sale mal y que nos pone a nosotros en situaciones entre ridículas y tristes. Creo que uno cuando anda feliz enamorado todo embobado tampoco se pone a hablar mucho de eso, donde hay conflicto es lo interesante. Pero no el mero conflicto porque sí, o regodearse en la herida. Hay una frase de Jauretche que dice «nada grande se puede hacer con la tristeza», y yo creo un poco que es así, que está bueno salir de la tristeza y buscar otro punto, o poder reírse de uno mismo en esa situación, que todos hemos pasado: a quién no le pasó gustar de alguien y que esta persona no le corresponda el amor. Entonces me interesó mucho poder escribir ese proceso, medio de duelo, medio de aceptar que simplemente no te quiere, y poder hacer algo también cómico y universal.

E.A.: Como conjugaste, creativamente, tu rol de dramaturga y tu rol de directora de la obra?
C.C.: Me interesaba mucho la idea de un solo actor representando varios personajes. Se me despertó la idea cuando fui a ver Habitación Macbeth, de Pompeyo Audrivert. Dije «qué desafío debe ser esto». Entonces con Andrés trabajamos desde el comienzo con muchos ensayos mediante el cambio de personajes, pero que a la vez sea bien clara la soledad del protagonista, que es como que está solo y a la vez no. Me gustaba que la ida y vuelta entre personajes sea como esta situación en la que a veces uno está de hacerse la cabeza y tener en mente los consejos que le darían sus amigos. Sin hablar con ellos, uno ya sabe qué le van a decir a veces, sobre todo en situaciones que se extienden durante años y se charlan muchas veces.
El trabajo con Andrés fue muy importante, de parte de él hubo mucha escucha a las marcas y a la idea que yo tenía en mente pero tampoco yo estaba casada con esa idea. Él es un actor talentosísimo entonces confié siempre en él y le di libertad para que si algo del texto no le cerraba o quedaba extraño al representarlo, busquemos juntos la mejor forma de hacerlo para que quede bien. Él resuelve todo muy bien, siempre, en escena. Si surge algún problema técnico (que siempre pasa), puede resolverlo y hacer como si fuera parte de la obra. Tiene una creatividad inmensa. Los dos tenemos como objetivo siempre que salga todo lo mejor posible entonces no importa tanto si yo antes tenía en mente hacer las cosas de una forma, si ves que queda mejor de otra es bárbaro poder ir acoplándose. También cambiamos algunas cosas de la primera a la segunda temporada, sobre todo al ver cómo respondía el público ante ciertos chistes, o cosas que no se entendían tanto. Tener ese changüí es bárbaro, te da la oportunidad de que la obra crezca y mejore un montón. También me gusta mucho el cine, yo vengo del rubro audiovisual y estoy acostumbrada a escribir en ese formato. El teatro es muy diferente, pero hubo detalles visuales que me encantaron pensar. Fue una conjugación que hubiera sido imposible sin Andrés, somos amigos hace mucho tiempo y nos entendemos muy bien. Creo que también sumar a Ana Laura como asistente de dirección también fue un acierto, ella también es amiga hace muchos años y tiene un criterio agudísimo, sabe mucho de teatro y es actriz también entonces creo que fueron esas dos patas: rodearse de gente que sabe mucho y que además es amiga y podés hablar francamente de todo, con una mirada que nutre cada paso que das.

E.A.: Como te presentarías?
C.C.: Creo que soy una persona bastante neurótica como el protagonista de la obra, Tomás, pero tampoco cuando escribo me interesa hablar de mí por mera autorreferencia. Como dice una poeta que me encanta, Juana Bignozzi, «hablo de los demás pero digo yo». Creo que escribir un poco es eso, poder hablar de otros o del mundo haciéndote cargo, en primera persona. También me gusta mucho hablar de las cosas con mis amigos, intelectualizar todo y analizarlo hasta desmembrarlo y que no quede nada. Creo que eso está en la obra, la importancia de las amistades y de estar acompañado por gente que te quiere. Entonces creo que en resumen me definiría así. Neurótica, amiguera, fanática del amor y de pensar y charlar sobre amor.

EL EMPERADOR
Dramaturgia: Clara Charrúa
Actúa: Andres Terigi
Fotografía: Santiago Mai
Sonido y utilería: Emilia Costagliola
Community Manager y Prensa: Alexis Mazzitelli
Diseño gráfico: Julieta Garros
Asistencia de dirección: Ana Laura Castañiza
Dirección: Clara Charrúa

Funciones Domingos 19h
Teatro ÑaCa (Julián Álvarez 924, Villa Crespo)

ENTRADAS POR ALTERNATIVA

INSTAGRAM @elemperadorobra