Nota realizada por Silvina Macri

MORE GEMMA, nació en Buenos Aires en 1983. Es compositora, arregladora, cantautora y poeta.  Lleva editados cinco discos de canciones: “Será Cuestión” (2008), “En vela (2011), “Respirar” (2014), “El amor y sus interrupciones” (2017) y “La sabiduría del mar” (2021). Ha presentado sus canciones en escenarios de Argentina, Uruguay y España. Editó cuatro libros: “Simplemente Somos” (Alloni/Proa, 2007) y “Los Funerales de la Escafandra” (Peces de Ciudad, 2015), poemarios bajo su propia firma; y “Nocturnos en Mi” (Otro Contar, 2012) y “Después de las Campanadas” (Peces de Ciudad, 2016), dos continentes de poesía y prosa poética firmados con su heterónimo Eusebia Florestán

En 2022 editó su primer disco de Música instrumental de Cámara llamado “Melancholia Borealis”, ganador del Premio Gardel 2023 como mejor álbum de música clásica. En 2023 comenzó a producir “Mientras tanto, el mundo” un podcast de conversaciones con cancionistas, un repaso por sus obras y sus procesos compositivos que tiene en curso su 2da temporada. Desde hace más de 10 años hace arreglos, produce y graba discos para otros/as artistas en La Posada, su estudio personal. Desempeña hace más de 15 años su actividad docente, especializándose en los últimos años en Composición, Arreglos y Producción de canciones.

En 2024 edita “El fin del invierno”, su 6to disco de canciones, compone música instrumental nueva, y escribe y reúne material poético de los últimos años para una próxima publicación.

Estuvimos Hablando con Ella….

E.A.: Siento que este trabajo tuyo fue sacar escombros traducidos en palabras que se alojaron en las canciones, cómo fue ese transitar creativo para llegar al FIN DEL INVIERNO?

M.G.: Había escombros, sí. Decidí reconstruir. Y el proceso hasta llegar al disco fue ese: reconocer qué se había roto, qué dolía, qué era posible  reconstruir con lo que estaba desparramado y qué se podía hacer con pedazos, con la certeza de que no podía hacer como que no había pasado: hubo muertes, separaciones, mudanzas forzosas, dejar espacios de pertenencia, doler la falta de deseo de habitar ciertas compañías -aprendí que también duele la falta de deseo-, dejar de estar en ciertas fotos -pero aparecer en nuevas-, abrir el corazón otra vez. Todo eso me llevó me llevó a componer este disco. Supuso mucha paciencia. Y el mayor desafío fue cómo contar cosas muy concretas de manera poética, pero sin ser eufemista. Poder decir sin tapujos pero contarlo de una manera elaborada, que pudiera tamizar la belleza que también gira en torno a ciertos temas de la vida, aunque sean dolorosos. Si eso no sucediera, no creo que existiese el arte.

E.A.:  Tus letras son metáforas poéticas, que, en estos tiempos efímeros e híbridos, se celebran y son un oasis. Cómo detectas, sentís, que esos «murmullos» que te habitan, pueden ser el comienzo de una canción?

 M.G.: Antes que nada, gracias por esa apreciación. Trabajo mucho en las letras. Eso fue una revelación también para mí. Este disco comenzó con frases sueltas con las cuales simplemente intentaba explicarme qué me dolía y por qué, pero también qué me daba esperanza. Esos fueron los murmullos. Cuando di con esa frase de Calvino en la que cuenta que la flor del hibiscus (rosa china) anuncia el fin del invierno, se me ordenaron los puntos cardinales: ahí supe hacia dónde quería ir, qué quería contar y desde dónde. Porque no es lo mismo contar el invierno paralizada de frío que después del deshielo. “El fin” es fundamental. Creo que luego las canciones, a fuerza de paciencia y no entorpecerlas, van revelando en cómo quieren contar lo que tienen para contar. En este álbum respeté al máximo eso y creo que puede verse reflejado en la ausencia de formas estandarizadas: cada canción vino a su manera.

Si miro para atrás, y a lo largo de mis discos anteriores, esos murmullos aparecen como notas que se van mirando con cierta familiaridad, son los temas en los que cierto tiempo de mi vida va girando en torno a.

E.A.: En este álbum, corres velos, presentas a tu corazón y alma abiertos mostrando sus duelos y nacimientos. Cómo fue esa decisión de hacerlo?

M.G.: Creo que no me di cuenta cuán íntimo era el disco hasta poco antes de cantarlo. Sabía que había canciones que me iban a costar más y que tenía que sacar a relucir el oficio para poder hacerlo, pero cuando me di cuenta de la intimidad que proponían las letras… un poco me tembló el pulso. También hay algo de conocer qué es metáfora y qué es bastante literal que el resto no sabe y está bien así, hay algo en construir un personaje, aunque siempre prefiero la autenticidad, que es también lo que permite que otras personas puedan identificarse con lo que escuchan.

E.A.: Cómo fue ese momento en que vislumbraste el camino de la poesía y la música, para empezar a recorrerlo?  

 M.G.: No estoy para nada segura. Como en todo, nada es un instante nomás. Hay mucho de construcción en el tiempo, de paciencia -que insisto en nombrarla porque tuve que arroparme con ella-. Fui descubriendo qué tipo de ritmo, qué tempo, qué tonalidad e instrumentación necesitaba cada canción en función de lo que quería cantar. No me resultaba lo mismo cantar la nostalgia, el enojo, la esperanza, la alegría, la incertidumbre. Qué palabras usar y qué palabras omitir… es como un juego del cual no tenés certeza de las reglas.

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EL FIN DEL INVIERNO

Prensa: Claudina Sánchez