Por Melina Martire para Eclécticamente Arte.

Una obra conmovedora que ahonda en los recuerdos del pasado, la vejez, la enfermedad como piezas del rompecabezas infinito de la memoria.

Dos hombres de unos sesenta años llegan al pueblo en el que se criaron, para filmar un documental. Pero ese lugar idílico de la niñez, se ha convertido en un páramo en el que no hay rastros de vida. La panadería, la librería, sus casas, todo se fue apagando y deshabitando, incluso desapareciendo. El colegio ya ni siquiera está en pie cuando lo van a buscar.  Por eso el plan fílmico de Francisco y Roberto se ve alterado, del mismo modo en que el rumbo de sus vidas fue cambiando, más allá de  sus planes. A medida que transitan por el pueblo abandonado, van recordando sus días allí y por qué se fueron. Tenían proyectos de crecer y buscar nuevas oportunidades, estudiaron o se dedicaron a profesiones impensadas, se enamoraron de las personas menos imaginadas, vivieron en lugares extraños.

La partida del lugar que los vió nacer fue, entonces, agridulce. Sus familias no aceptaron el nuevo proyecto de vida, y quedaron muchos sentimientos y vivencias guardados en una caja que se reabre con este regreso. Con cada paso dan vida a los rincones de su memoria, que está representada por el espacio blanco despojado. No hay un solo elemento de escenografía que permita delimitar un momento histórico, una estación del año, un estilo de vida. Toda la historia es reconstruida detalladamente y con mucha pasión por estos dos amigos, que están acompañados por sus esposas. Y para el espectador esto no resulta una dificultad, sino más bien una apuesta para dejar volar nuestra imaginación y recrear con ellos los lugares visitados.

Pero la memoria/pueblo les juega una mala pasada y los deja por unas horas varados allí, por una avería en el auto. Algo se traba, como la cinta en el carretel que proyecta la película de sus propias vidas. A partir de ese momento la obra da un giro inesperado, que refuerza la necesidad de los protagonistas de volver a recorrer el sitio y documentarlo. Para volver a mirarlo, para intentar pegarlo a la memoria. Porque todo aquello que vivieron es hoy lo recordado. No existen datos objetivos ni realidades concretas, la memoria es puro recuerdo, es una marca que graba de una forma particular en el corazón todos los momentos y personas que dejaron una huella allí.

Con claras influencias cinematográficas, la obra de Gabriela Izcovich hace uso del flashback, de las elipsis, del primer plano y de la figura del narrador omnisciente, para intentar atrapar el pasado que se desvanece constantemente, que se desdibuja del horizonte.

Así la búsqueda de estas cuatro personas en el ocaso de sus vidas es la de narrar lo invisible. Apuesta audaz y onírica que atraviesa profundamente al espectador.

 

Ficha técnico artística

Dramaturgia: Gabriela Izcovich

Actúan: Marcelo Bucossi, Roberto Castro, Mercedes Fraile, Gabriela Izcovich

Iluminación: Ricardo Sica

Música original: Lucas Fridman

Asistencia de dirección: Marco Riccobene

Prensa: Tehagolaprensa

Producción ejecutiva: Marco Riccobene

Dirección: Gabriela Izcovich

 

Sala: No Avestruz (Humboldt 1857, CABA).

Sábados 22hs

Entradas: $250.