Por Melina Martire para Eclécticamente Arte.

Reflexiones sobre la disolución del amor, los vínculos enfermizos, el maltrato y la búsqueda de la felicidad.

Claudia espera nerviosa sentada en el sillón. Celular en mano disca y deja mensajes exasperados en un contestador, que nadie escuchará. Pronto sabemos que le habla a su ex pareja, y que tiene una enorme necesidad de gritar todo aquello que cayó, en un intento desesperado por traerlo de nuevo a casa.

El espacio está desordenado, cosas rotas, y dejadez. Libros por todos lados, papeles tirados, una lámpara torcida, el tapizado rasgado, discos de música que ya no suenan.

Mientras ella se mantiene inmóvil, una pareja entra a escena. Encarnan su pasado reciente, el estadio previo a la catástrofe. Dos, una desconexión aborda así las diferentes etapas, desde el enamoramiento hasta la disolución de la pareja, a través de tres Claudias y dos Miguel en sus diferentes momentos de la relación.

La pareja que ingresa es la segunda etapa, aquella en la que la convivencia y la dejadez hacen mella y disparan fuertes discusiones. Se reprochan falta de sueños, de aspiraciones, de dinero y de deseo sexual. Uno trata de hacerse cargo del otro y viceversa, sin tomar las riendas de la propia vida. Como un espejo desgastado, el otro es el triste reflejo de los miedos y las inseguridades, de todo aquello que los fue paralizando, hasta volverse piedras.

Luego vemos a los personajes de la primera etapa. El comienzo de la relación, el enamoramiento, las miradas cómplices y la vergüenza. Les cuesta comunicarse pero no sólo por el nerviosismo, sino porque, en un intento de agradar al otro, simulan y callan. Allí vemos ya el germen de lo que no será. Incluso Claudia le confesará luego a ese Miguel que ella sabía que esto no iba a funcionar, que no fue amor a primera vista, sino que cuando lo vió sintió la necesidad de cuidarlo. Pero ¿quién cuidaría de ella?.

Así, los cinco personajes interactúan en escena constantemente, los de uno y otra etapa se hablan también, como quien viene del futuro para advertirles que presten atención a las señales de alarma que no quieren ver. El movimiento entre ellos fluye de manera muy organizada y natural, por momentos son casi fantasmas que se cruzan sin verse.

Dos, una desconexión es una obra conmovedora, una comedia dramática sobre los vínculos de pareja que se van desgastando por la desidia, el miedo, o el desconocimiento. Pone en escena cada momento, como fotografías del estado de situación, demostrando que cualquier relación entre las personas se construye y se destruye día a día.

En un determinado momento, cuando Miguel le reprocha a Claudia que debería estar en las buenas y en las malas, que debería ser incondicional, ella le aclara que el amor es cualquier cosa menos incondicional. No tener condiciones sería despojarse de uno mismo, de los propios sueños y deseos, olvidarse y perderse en el otro, un camino sin retorno.

El vínculo se vuelve poco a poco enfermizo, hasta llegar al maltrato y la falta de respeto. Pero Dos, una desconexión nos muestra que para que algo se enferme, algún día tuvo que estar sano.

 

Ficha técnica-artística

Actúan: Cecilia Marani, Catalina Motto, Florencia Rodriguez Zorrilla , Eugenio Sauvage y Maximiliano Zago.

Asistente de dirección: Greta Commisso.

Escenografía y vestuario: A&M Realizaciones.

Diseño Gráfico: Rodrigo Bianco.

Diseño de luces: Lucas García.

Producción: LASCIA Colectivo de trabajo.

Prensa: Jimena López – 80P Producciones.

Dramaturgia: Pablo Bellocchio.

Dirección: Nicolás Salischiker.

Sala: El Método Kairós (El Salvador 4530, CABA)

Funciones: Viernes 20:30hs